El gobernador anda en otra cosa. En medio de las confrontaciones internas de Juntos por el Cambio y el Frente de Todos por las candidaturas 2023, Axel Kicillof parece mantenerse al margen de las grandes esferas y busca dejar en claro que a él no lo anoten en la carrera por el Sillón de Rivadavia, al menos por ahora…

Sucede que el ministro de Economía de CFK sabe que todavía tiene cosas por hacer en el ámbito de la provincia, que se ha convertido en una especie de refugio ultrakirchnerista en el que pueden convivir de más y mejor forma los actores del FDT, la coalición gobernante.

Pese a tener reuniones periódicas con el presidente y la vice, Kicillof está construyendo poder en territorio bonaerense. Juega con La Cámpora (asistiendo a actos y movilizaciones) y también despierta la sonrisa de intendentes con obras y partidas económicas. Axel sabe que para gobernar hace falta liderazgo, territorio y felicidad, y en eso anda.

Mientras la inflación se carcome el sueldo de los argentinos, él se encargó de cumplir con su palabra: reapertura de paritarias y aumentos de, al menos, un 60% para que la convivencia con la (maldita) policía, los gremios y los sindicatos siga siendo estable pese a las recomendaciones del ministro Guzmán por el impacto que podrían tener dichos aumentos.    

El gobernador es consciente de ello, pero tiene una visión más kirchnerista de la inflación. Hay que reactivar el consumo y para ello hace falta ponerle plata en el bolsillo a la gente. Cueste lo que cueste y está dispuesto a pelear por ello.

Con una imagen estable post pandemia y jactándose de hacer una mejor gestión que su antecesora, María Eugenia Vidal, Kicillof sabe que acomodando algunos detalles y reactivando un poco más la economía, su carrera por conservar su cargo 4 años más está encaminada. Mientras tanto, no se pierde detalle del culebrón a nivel nacional que por ahora parece rozarlo de costado.