Las vacaciones de la titular del PAMI, Luana Volnovich, desataron una carnicería social y mediática en torno a una discusión que se da en Argentina desde que los políticos y funcionarios decidieron pasar sus vacaciones en el exterior.

Acaso un precursor por su estilo de vida fue Carlos Menem, quien recorrió el mundo siendo presidente argentino. De allí en adelante, cada vez que un político o funcionario es fotografiado en el exterior la opinión pública cuestiona su idoneidad en el cargo, el origen del dinero con el que viajó y hasta con quien lo hizo.

La última víctima de esta hoguera social que esconde un pseudo moralismo atroz es Luana Volnovich, titular del PAMI. Fogoneado por los medios (pata necesaria para esta clase de situaciones) la opinión pública vio como una “funcionaria kamporista” vacaciona en una isla exclusiva de México.

¿Y qué tiene de malo mientras pueda justificar el dinero para su viaje? ¿Acaso por ser funcionaria de un gobierno autodenominado nacional y popular no puede irse de vacaciones al exterior?

La respuesta a estas preguntas parece ser negativas. Si bien es cierto que hay un interés político detrás de la noticia, el juzgamiento (si debiera existir alguno) sobre un funcionario es su desempeño dentro de su cargo y no por el lugar donde vacaciona. ¿Si Volnovich hace su trabajo en el PAMI de mala forma, pero vacaciona en la Costa bonaerense sería noticia? Sin temor a equivocarnos, diríamos que no.

El escarnio público de los funcionarios no es nuevo, ya que hace no tanto lo vivió del otro lado de la grieta Mauricio Macri, quien fuera víctima de una operación semejante cuando salió del país para vacunarse. ¿Cuál sería el problema de ir a vacunarse a Miami si el dinero para financiar el viaje sale del bolsillo de un particular y no del Estado?

Argentina es un país con doble y falsa moral. Importa más donde vacaciona un político que su desempeño e el rol que tiene o cómo desarrolla su trabajo. Así, prosperar parece bastante difícil…