Ya consumada la victoria en el ballotage de Brasil, a Lula le acercaron una gorra. La miró, sonrió y se la puso. La leyenda, mas que leyenda, era un reclamo y un respaldo a lo que el kirchnerismo ha dado a conocer como “operativo clamor”. EL “CFK 2023” que lucía la gorra es el inicio de una campaña que todavía está en pañales.
Mientras el presidente se desangra en su propia inoperancia, el ministro Massa hace malabares para preservar lo poco que queda de la economía en el país y la oposición no logra mostrarse unificadamente, buena parte del kirchnerismo cree que es el momento de dar el zarpazo y le reclama a la vice que sea candidata en 2023.
Ella, que conoce muy bien el juego de seducción política no se expresa al respecto y tiene como aliado un silencio sepulcral. Mientras tanto, su círculo más íntimo analiza encuestas y escenarios, buscando que el efecto Lula la contagie y pueda volver a ser presidenta el año próximo.